Estos días nos hemos enterado por la prensa del mal estado en el que se encuentra el roble de Santa Margarita. A veces son dificiles de entender algunos espacios de nuestras ciudades sin determinados arboles emblemáticos. Todos recordamos de niños el cedro que se erguía delante del edificio del Ambulatorio y hemos pasado por debajo de su enorme copa cientos de veces. Pero desde su desaparición ese lugar ha cambiado, su presencia se había convertido en algo fundamental, era como si a una ciudad como París de repente le hubiesen eliminado de su skyline su famosa torre. En otros lugares de nuestra ciudad son los protagonistas sin saberlo, como la terraza del Blanco y Negro con su enorme cedro, o el magnolio de la Plaza de Méndez Núñez donde todos los años cientos de estorninos nos visitan.
La desaparición de estos árboles cambia radicalmente el espacio que ocupaban, pero el recuerdo de su presencia permanece en nuestra memoria como si de un ser querido se tratase.
La desaparición de estos árboles cambia radicalmente el espacio que ocupaban, pero el recuerdo de su presencia permanece en nuestra memoria como si de un ser querido se tratase.