En 20 años dedicados a esta profesión me he encontrado en muchas ocasiones con construcciones en ruinas. Las primeras veces que visitaba un edificio en este estado, el pensamiento siempre era el mismo, ¿quien habría vivido entre aquellas cuatro paredes? ¿que acontecimientos habrían pasado? ¿a quien habrían pertenecido aquellos enseres?.
La sensación de entrar en estancias en las que nadie había estado en cincuenta años, las convertía en cápsulas del tiempo. Si no fuese por la acumulación de polvo, parecía como si el propietario acabase de salir a comprar tabaco y se hubiese olvidado de volver. Uno al principio pensaba que eran pensamientos de novato y que conforme uno fuese adquiriendo experiencia irían desapareciendo. Pero no, han pasado más de veinte años y esos pensamientos continúan, y no solo eso, sino que inconscientemente creo que uno siempre los tiene presentes a la hora de desarrollar un proyecto.
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